El sastre de Belén

Otilio Molina Moraga era un joven veintiañero cuando un accidente lo dejó sin la posibilidad de moverse de su casa, al menos de forma temporal. Un vecino suyo, sastre de profesión, le ofreció la posibilidad de ayudarle con su oficio y ahí se marcó un camino de vida.

Tiempo después, Otilio dejó su natal pueblo de Lepanto, Guanacaste, en busca de mejores oportunidades de trabajo. El pequeño poblado de San Antonio de Belén, en la provincia de Heredia, fue el destino elegido.Su primer trabajo formal fue en la tienda de Carlitos Bolaños. Otilio reconoce que sus conocimientos de sastrería en aquel momento eran muy básicos.

Fue bajo la guía de su jefe y mentor que pudo desarrollar nuevas destrezas y aprender bien el oficio de tomar una cinta métrica, realizar cortes finos y hacer pantalones a la medida.

Aunque la vida ha cambiado, a Otilio nunca le falta trabajo. Además de confeccionar pantalones, no falta quien le encargue arreglos menores: hacer un ruedo. Ajustar una talla. Cambiar un zíper…

“En los años que tengo de estar en esto nunca he estado un día sin hacer nada por falta de trabajo”, dice con satisfacción.

Con 77 años a cuestas ¿cuánto tiempo más piensa trabajar don Otilio?

Él dice que seguirá empuñando las tijeras hasta que la salud se lo permita. De momento, aunque su vista ya no sea la misma, esta pequeña limitante no le imposibilita de hacer bien su labor. Además, sus manos siguen siendo firmes.