Cuando Disneyland abrió sus puertas en julio de 1955 su fundador, Walt Disney, lo concibió como un lugar de inspiración y alegría para todo el mundo. Sin embargo, muchos ignoran que detrás de las sonrisas de sus empleados, se esconden historias de necesidad y pobreza.
Una encuesta realizada por las organizaciones Economic roundtable y Urban Environmental Policy Institute del Occidental College, y cuyos resultados fueron publicados en febrero de este año, revela la precaria situación de los trabajadores de esta multimillonaria corporación.
El cuestionario del estudio, respondido por miles de empleados de bajo salario, revela que un 73% de ellos no gana lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas.
El salario promedio de un trabador del parque es de $10.71 la hora. Con ese dinero los empleados no pueden hacerle frente a los altos alquileres del opulento condado de Orange, California.
Uno de cada 10 trabajadores de Disneyland encuestados no tiene un techo donde vivir desde hace dos años, y más de la mitad temía recibir una orden de desalojo de sus actuales viviendas.
A esto hay que sumar el 68% de los empleados que afirman no ganar lo suficiente para comprar alimentos y nutrirse adecuadamente.
El sueño perdido
Mientras los colaboradores de Disney no tienen techo ni comida, Robert Iger, presidente ejecutivo de la compañía, obtuvo 36 millones de dólares en compensaciones el año pasado.
Entre el 2015 y el 2017, la compensación económica anual de Iger superaba la suma de dinero obtenida por 2,000 empleados de Disney y para este 2018, se equipara al salario de 9,284 trabajadores.
«Quiero escuchar la defensa moral de una empresa que obtiene $ 9 mil millones en ganancias, $ 400 millones para sus directores generales, y tienen a un trabajador que ha laborado 30 años para la compañía, pasando hambre», dijo el senador Bernie Sanders en una manifestación en Anaheim, California, cuna del parque temático.
Sanders exigió esta «defensa moral» para Disney y otras corporaciones multimillonarias que pagan a sus ejecutivos altos salarios, al tiempo que hacen esfuerzos para evitar aumentar los salarios de los demás trabajadores.
«La lucha que están librando aquí en Anaheim no es solo para ustedes», dijo Sanders. «Es una lucha para millones de trabajadores en todo el país que están hartos y cansados de trabajar más horas por salarios más bajos», apuntó.
Un amplio reportaje publicado por el New York Times, detalla las experiencias de varios empleados de Disneyland, como Grace Torres, quien reclama para sí la promesa de ensueño que ofrece a los visitantes el parque temático.
«Disney se enorgullece de hacer sus sueños realidad… ¿dónde está mi sueño?», se lamentó.
Los voceros de la empresa descalifican la encuesta y la califican de “imprecisa y poco científica” y acusan a los sindicatos de hacerla con “motivaciones políticas”.
Para Rebekah Perderson, de 27 años, la realidad es que debe dormir en su auto, cepillarse los dientes en un Starbucks cercano y después ducharse y maquillarse en su lugar de trabajo.
Para ella, “el lugar más feliz de la tierra”, es aún desconocido.
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