¡Qué lo abran, qué lo abran…! El coro de vecinos, comerciantes y productores afectados por el cierre del Parque Nacional Volcán Poás, se hizo sentir el pasado 20 de mayo.
Cansados de esperar una respuesta a su problema, un nutrido grupo de manifestantes se congregó en las afueras de la entrada al parque para llamar la atención de las autoridades y exigir una pronta solución.
El acceso al volcán está prohibido desde abril del año pasado, cuando se produjeron varias erupciones, desgasificación y caída de rocas y cenizas.
Sin embargo, y a pesar de que la situación se normalizó, aún no se completan los trámites para la reapertura.
Siendo el volcán la principal atracción turística de la zona, el impacto en los comercios y la actividad productiva deriva en una seria afectación económica y social para los pobladores.
Muchos perdieron sus empleos y los propietarios de negocios han tenido que hacer malavares para subsistir.
Algunas de estas medidas consisten en despidos de personal, disminución de los días de servicio, y el congelamiento de precios.
Los manifestantes prepararon un documento y levantaron firmas para hacer llegar la misiva al presidente Carlos Alvarado y a distintos jerarcas de instituciones de gobierno, con la esperanza de que su situación sea atendida.
Ellos piden transparencia en el proceso de apertura, prórrogas para el pago de patentes y cuotas patronales.
Asimismo, una campaña informativa del Instituto Costarricense de Turismo, y una “declaratoria de emergencia turística”.
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