Crímenes corporativos

Joel Bakan plantea en el libro La Corporación que si a las empresas formadas a partir de una sociedad de accionistas no se les regula, estas actuarán como lo haría una persona psicópata.

Para sustentar su tesis, Bakan desvela la historia y naturaleza de las corporaciones y a través de casos de estudio demuestra cómo, en esa búsqueda patológica del lucro, algunas compañías son capaces de todo.

Con un abordaje similar, la serie documental de Netflix, Dirty Money (Dinero sucio), cuenta seis historias en donde individuos y empresas se saltan los parámetros éticos y causan enormes daños sociales y ambientales con su proceder.

Hablamos de nombres y marcas tan reconocidas como la Volkswagen, la cual, en su afán de convertirse en el mayor fabricante de automóviles del mundo, vendió miles de autos diésel con un dispositivo diseñado para engañar  las pruebas de emisiones de gases contaminantes.

Así, mientras los consumidores adquirían automóviles promocionados como amigables con el medio ambiente, en realidad sus motores bombeaban 40 veces más óxido de nitrógeno al aire de lo que pregonaba la publicidad.

Para los ejecutivos de la empresa la relación costo-beneficio dejaba las cuestiones morales y éticas fuera de la ecuación.

Todo por dinero

No menos aberrante es el caso de HSBC. Esta multinacional bancaria reconoció haber blanqueado casi mil millones de dólares provenientes de cárteles de la droga y organizaciones terroristas, sin que uno solo de sus ejecutivos fuera llevado a los tribunales por un crimen que -con otros rostros-  puede llegar a ser castigado con cadena perpetua.

En Dirty Money estamos ante empresas demasiado grandes para que el brazo de la ley las alcance.

Sin embargo, también vemos casos como el de Scott Tucker, un piloto de de autos de carrera que amasó una fortuna con una operación ilegal de préstamos usureros y fue condenado a 16 años de prisión.

Las compañías farmacéuticas no se escapan del recuento de Dirty Money. La historia de Valeant Pharmaceuticals nos presenta un esquema legal mediante el cual una compañía logra elevar el precio de un medicamento de bajo costo a la exorbitante suma de $300,000 al año.

Los pacientes que requieren de esta medicina se enfrentan al dilema de pagar esa suma, o enfrentar la muerte. Sin embargo, para el presidente de la compañía su misión se reduce a «crear valor para los accionistas».

Para cerrar la primera temporada, un episodio analiza el ascenso al poder de Donald Trump, cuya carrera ha estado repleta de dudas en relación con su capacidad real para los negocios y de escándalos sexuales y financieros.

El ahora presidente de los Estados Unidos es despojado de sus ropajes de magnate y líder empresarial y mostrado como un hábil estafador que llegó a la Casa Blanca con el poder que le confirió una imagen televisiva cuidadosamente fabricada.

Trump no sería más que un personaje de ficción capaz de engañar y mentir sin mostrar el más mínimo arrepentimiento.

Dirty Money nos advierte en seis capítulos sobre los excesos del capitalismo y los peligros de la desregulación y por qué deberíamos mantener siempre a raya a la institución más importante del sistema capitalista: la corporación.

 

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