Tristeza silenciosa

Unas 300 millones de personas en el mundo padecen de depresión, un serio problema de salud pública que afecta la vida personal de quienes la sufren e incrementa la posibilidad de padecer otras enfermedades.

La depresión es la principal causa de problemas de salud y discapacidad en todo el mundo, afecta a personas de todas las edades y condiciones sociales y, en casos extremos, lleva al individuo a quitarse la vida.

Cada año se suicidan cerca de 800,000 personas, siendo esta la segunda causa de muerte en personas entre los 15 y 29 años de edad.

El riesgo de padecer depresión se agrava por situaciones de pobreza, desempleo, la muerte de un ser querido o la ruptura de una relación, enfermedades físicas y o por la adicción al alcohol y otras drogas.

La depresión inhibe la capacidad de las personas de realizar tareas cotidianas simples y afecta seriamente las relaciones con familiares y amigos.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los datos más recientes sobre el padecimiento representan un aumento de más del 18% entre el 2005 y el 2015.

Solo en la región de las Américas unas 50 millones de personas padecen de depresión, el equivalente al 5% de toda la población y un 17% que en el 2005.

La doctora Margaret Chan, directora general de la OMS, alerta sobre estas nuevas cifras y considera que son un “llamado de atención a todos los países para que reconsideren sus enfoques sobre la salud mental y la traten con la urgencia que merece».

Alerta roja

Las autoridades de salud hacen hincapié en no confundir lo cambios habituales en el estado de ánimo o las respuestas emocionales de las personas hacia los problemas cotidianos, con la depresión.

Una señal clara de alerta es cuando este estado emocional se extiende en el tiempo (durante dos semanas o más), ya sea con intensidad moderada o grave, y este prolongado sufrimiento llega a alterar las actividades laborales, escolares y familiares del individuo.

Hay pérdida de interés en actividades que las personas disfrutan de forma habitual y se presenta una combinación de estos síntomas:

  • Pérdida de energía
  • Cambio en el apetito
  • Dormir más o menos de lo habitual
  • Ansiedad
  • Concentración reducida
  • Indecisión
  • Inquietud
  • Sentimientos de inutilidad, culpa o desesperanza
  • Pensamientos de automutilación o suicidio.

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En cualquier caso, la depresión se puede prevenir o tratar. El tratamiento suele consistir en terapia de conversación, medicación antidepresiva o una combinación de ambos métodos.

El apoyo de amigos y familiares también es vital en estos casos, pero para lograr esto primero es necesario que las personas comiencen a hablar del tema.

De ahí que la OMS escogió como lema para su campaña anual “Depresión: hablemos”, en el contexto del Día Mundial de la Salud, celebrado el pasado 7 de abril.

Hablar con una persona de confianza puede ser un primer paso para curarse. Superar el estigma que suele acompañar a la depresión servirá para que un número mayor de personas se anime a recibir ayuda.

Los gobiernos destinan una cantidad insuficiente de recursos para atender las enfermedades mentales.

Desatendidos

Más de la mitad de las personas con depresión en el mundo carecen de tratamiento alguno y según la Organización Panamericana de la Salud en la región casi 7 de cada 10 enfermos están desprovistos de la atención que requieren.

A pesar del beneficio comprobado que representa la inversión en salud mental en el desarrollo económico, en promedio los presupuestos de los gobiernos destinan apenas un 3% de los recursos para atender este tipo de enfermedades.

Por el contrario, la falta de atención genera pérdidas multimillonarias para los hogares, empleadores y los propios gobiernos que luego se ven obligados a destinar mayores recursos para la atención de otras enfermedades.

Como obstáculos para que estos pacientes sean atendidos se señalan la falta de recursos económicos y de personal sanitario capacitado, a lo cual se suma el estigma que suele rodear a las personas que padecen de trastornos mentales.

«Debemos actuar ahora para cerrar la brecha que separa a las personas con trastornos mentales de los servicios de salud que necesitan». Jefa de la Unidad de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OPS/OMS, Dévora Kestel.

La evaluación clínica también suele fallar y se dan tanto casos de personas con diagnósticos y prescripciones erróneas, como otras que reciben tratamientos antidepresivos sin padecer la enfermedad.

Sobre el uso de antidepresivos, la OMS llama la atención de que estos pueden ser eficaces en la depresión moderada a grave; sin embargo, no son recomendados en casos leves. Tampoco para tratar la depresión en niños ni se sugieren como tratamiento de primera línea en adolescentes.

El director del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, Shekhar Saxena considera que la comprensión de la depresión como trastorno mental y las formas de tratamiento efectivas son apenas el comienzo.

“Lo que tiene que seguir a continuación es la ampliación sostenida de los servicios de salud mental accesibles a todos, incluso a las poblaciones más remotas del mundo», advirtió Saxena.

 

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